Puede que a Perú se la conozca como la cuna de las civilizaciones más antiguas y por el asombroso hallazgo de la antigua ciudad inca del Machu Picchu, pero su topografía, sus paisajes y la naturaleza que exhibe en todo su territorio también son excepcionales. Hay que pensar que la exuberante selva representa el 57,6% de Perú. Es un país ideal si lo que buscas son emociones fuertes y aventura. Eso sí, aventura en el sentido más amplio de la palabra: cultural, gastronómica o deportivamente.
A continuación vamos a hacer un recorrido, de norte a sur, por sus paisajes, sus desiertos, la Amazonia, sus pueblos y gentes… sus aventuras.
Lo hemos comentado antes: el poder del Machu Picchu eclipsa la enorme riqueza natural que existe en Perú. Teniendo en cuenta que tiene más de 3.000 kilómetros de costa, es complicado pensar que las playas y el mar no sean una opción cuando uno decide viajar a Perú.
Además, las hay para todo tipo de viajeros y de exigencias. Para surf, kyte o simplemente para tomar el sol. Nuestra sugerencia es viajar al norte, donde son especialmente bonitas. Tumbes, Piura, Lambayeque y La libertad son algunas propuestas que valen mucho la pena.
Puestos a elegir una, nos decantamos por Punta Sal. Un paraíso. Ubicada a la altura del kilómetro 1.187 de la Panamericana Norte, el balneario de Punta Sal, o Punta Sal Grande, como lo conocen en la zona, y sus aguas tibias y transparentes es uno de los lugares más aconsejables para practicar la pesca y el buceo.
El río Amazonas siempre se asocia a Brasil y a su desembocadura, pero hay tramos preciosos en Colombia y en Perú. La Amazonia ocupa más de un 10% del país. Cuando se viaja a Perú, la mayoría de viajeros ponen rumbo a Puerto Maldonado o al Parque Nacional del Manu (cerca de Cuzco), pero vale la pena variar y escoger Iquitos.
Por cierto, Iquitos ostenta el título como la ciudad mas grande del mundo a la cual no se puede llegar por carretera. Únicamente por avión o por río. Una vez allí, es muy recomendable visitar la Reserva Pacaya Samiria -es el área natural más grande y protegida del país- a la que se llega navegando por el Amazonas.
El recorrido en canoa es brutal. Las opciones de excursiones son múltiples. Evidentemente es uno de los mejores rincones del planeta y con mayor diversidad para avistar animales. Uno no puede olvidarse los prismáticos. Desde el delfín rosado, los caimanes, las pirañas, tigres negros, monos y aves exóticas como el águila harpía o el Jabirú.
Lima es la capital de Perú y vale la pena darse una vuelta por su casco histórico y conocerla a fondo. La Plaza de Armas y la Plaza San Martín, entre iglesias coloniales y las viejas mansiones señoriales con sus balcones de madera.
Pero uno de los mayores placeres que te puedes experimentar en Perú y especialmente en Lima es su gastronomía. Es una de las mejores rutas gastronómicas. Allí se come rico. Hay todo tipo de opciones para todo tipo de presupuestos: desde populares casas de comidas con menú baratísimo hasta restaurantes de alta cocina que fusionan vanguardia y tradición.
Y ya puestos a pedir: vamos a por uno de los platos más populares del mundo y que lo cocinan de maravilla en Perú, el Ceviche (pescado o marisco crudo cortado en trozos pequeños y preparado en un adobo de jugo de limón o naranja agria , cebolla picada , sal y ajo). El mercado del chef Rafael Osterling en el barrio de Miraflores es un estupendo lugar para catarlo, sobre todo el ceviche de pejerrey, que está hecho con una especie de sardina.
A poco más de 3 horas en autobús al sur de Lima se encuentra el pequeño pueblo de Paracas y su Reserva Nacional con sus imponentes paisajes costeros. Es un lugar privilegiado donde conviven cerca de 216 especies de aves, 36 de mamíferos y 10 de reptiles.
Luego, a una media hora en lancha desde Paracas, nos encontramos las islas Ballestas, compuestas por formaciones rocosas donde se encuentra una importante fauna marina, con aves guaneras como el guanay, el piquero, el pingüino de Humboldt y el zarcillo principalmente.
Son espectaculares los aullidos de las manadas de lobos marinos que habitan en estas islas. Es como escuchar un concierto de sinfonía salvaje. Es espeluznante. En el trayecto se puede apreciar el impresionante geoglifo con forma de Candelabro (170 metros de altura, profundidad media 1,2 metros) delineado en la ladera de la península de Paracas. Se estima que fue diseñado hace 2 500 años.
Como sucede con el Candelabro de Paracas, algo más al sur encontramos las famosas Líneas de Nazca. Son todo un enigma. Ubicadas en el desierto, sus diseños tienen un origen fechado entre los años 200 a.C. y 700 d.C.
Merece la pena subirse a bordo de una avioneta y observar las Líneas Nazca desde lo alto. Es una formidable experiencia. El alquiler del tour es posible hacerlo desde Ica o Nazca y suelen durar entre 30 y 90 minutos.
Como se suele decir: para hablar del Machu Picchu hay que lavarse bien la boca con agua y jabón. Para empezar, ha sido declarada como una de las nuevas siete maravillas del mundo (monumentos que resultaron ganadores en una votación en un concurso internacional) y es Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO desde 1983. Como todo el mundo sabe, es el santuario Inca por excelencia. Majestuoso. Imprescindible.
Eso sí, la puerta de entrada es Cuzco, donde da comienzo el llamado Valle Sagrado y los restos arqueológicos Sacsayhuamán, Tambomachay y Piquillacta, lugares que tienen que marcarse en nuestra guía sí o sí.
La primera vez que uno ve el Machu Picchu difícilmente se le olvida. Es emocionante. Es mágico. Solo hay que sentarse a contemplarlo, al amanecer o al atardecer, y dejar que la vida transcurra por sus piedras. Entre las montañas, a 2.500 metros de altura, el paisaje es alucinante. Ojo, se ha de ir con mucho cuidado con las colas. Actualmente no es fácil verlo -sobre todo en julio y agosto- porque se ha tenido que limitar la entrada a 800 visitas diarias y ocho horas de estancia.
Perú es uno de los lugares más recomendables para practicar el rafting o, como ellos lo llaman, el canotaje; en otras palabras, recorrer los ríos sobre una balsa neumática a remos.
Al que le interese este tipo de aventuras, existen diversas opciones a lo largo y ancho de Perú. El Urumbamba, cerca de Cusco o el río Colca en Arequipa son dos posibilidades. Pero una de las rutas más fascinantes es la del río Tambopata, que atraviesa el Parque Nacional de Tambopata-Candamo, al sureste de Cusco.
Es una aventura en toda regla. La travesía puede durar unos 12 días. Se inicia en Puno, pasando por la amazonía de Madre de Dios y cruzando la Reserva de Tambopata para terminar en Cusco. Los rápidos son de clase III a IV. Se aconseja viajar con un guía experto y no menos de 4 personas.
A unos 100 kilómetros al sureste de Cusco, se levanta una de las montañas más llamativas que se conocen: la llaman la montaña de los Siete Colores, aunque también es conocida como Vinicunca o Arcoíris. En los últimos años se ha convertido en todo un fenómeno mediático y es uno de los lugares más visitados de Perú.
Su aspecto se debe a «una compleja historia geológica de sedimentos marinos, lacustres y fluviales», según un informe de la Oficina de Paisaje Cultural de la Dirección Desconcentrada de Cultura de Cusco.
La ciudad de Arequipa (a 2.300 metros de altitud; ah, ojo con el mal de altura) es una de las paradas obligadas en cualquier viaje a Perú. Y, una vez allí, no hay que perderse por nada del mundo el Monasterio de Santa Catalina de Siena, un convento del siglo XVI de estilo mudéjar. Los patios con naranjos, escaleras secretas, las calles de color azabache, las macetas con flores recuerdan mucho a Andalucía.
Desde Arequipa es muy recomendable hacer una excursión al valle del Colca y recorrer sus encantadoras poblaciones: Chivay, Yanque, Maca o Cabanaconde. Pero allí el que reina, sobre todas las cosas, es el cóndor. Esta ave de majestuoso vuelo suele dar su espectáculo a primera hora de la mañana en el mirador de la Cruz del Cóndor, muy cerca de Cabanaconde.
Si proseguimos nuestro camino hacia el sur, alcanzaremos la frontera entre Perú y Bolivia. Allí se abre un de los lagos más impresionantes de nuestro planeta: el Titicaca. Para llegar hasta él hay miles de trayectos, pero ninguno como utilizar el tren más lujoso de toda América, el Belmond Andean Explorer, que surca los Andes desde Arequipa hasta Cuzco.
El Titicaca es como un mar. De hecho, es el lago navegable más alto del mundo (a 2.800 metros) En realidad, es tan grande que incluso hay islas y comunidades que viven en ellas. Justamente, una de las mayores curiosidades que allí se pueden observar son las islas flotantes de los Uros, a las que se puede llegar en barca desde Puno.
Se trata de 87 islas y casas artificiales que flotan en medio del lago, construidas con totora, una especie de junco acuático que utilizan para construir sus casas, iglesias, las barcas con las que pescan y su artesanía. Incluso son parte de su dieta alimenticia (cuando está fresca). Tienen una historia peculiar que vale la pena conocer: es una civilización incluso más antigua que los incas. Por lo visto, vivían en la orilla del Lago Uro-Uro, actual Bolivia, y debido a los ataques de los incas, tuvieron que buscar refugio en medio del Lago Titicaca construyendo sus propias islas.
Por Pedro y Christian, fundadores de Humboldt Society
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