Bienvenidos a la Provenza y la Costa Azul
La esencia de Francia se halla en la Provenza y la Costa Azul, ya sea en sus carreteras junto a acantilados, en sus campos de lavanda, en sus playas llenas de bañistas o en sus mercados semanales llenos de exquisitices.
Paisajes bucólicos
Es la región perfecta para los exploradores. Uno de los placeres de viajar por la Provenza y la Costa Azul es recorrer las carreteras secundarias y descubrir la impresionante variedad de paisajes: campos de lavanda, antiguos olivares, carreteras junto a acantilados, montañas cuajadas de arbustos e incluso montes nevados. En ella se encuentra el cañón más profundo de Europa, la carretera más antigua y el paso de montaña más alto. Y, por supuesto, el Mediterráneo, un brillante espejo azul que devuelve el reflejo de los acantilados, las blancas playas y los cielos azules. Hay que tomárselo con calma; parte del placer está en el camino.
Legado artístico
Lo que atrajo a artistas como Renoir, Chagall, Cézanne o Picasso no fue solo el paisaje, fue la luz, que Matisse describió como “suave y delicada, a pesar de su fulgor”. Tanto cuando se observa un reluciente paisaje marino o una encendida puesta de sol en las montañas, este rincón de Francia siempre parece sacado de un cuadro impresionista. Y con tamaño legado artístico, no es de sorprender que esté lleno de colecciones de arte, además de albergar los estudios en los que trabajaron Van Gogh, Cézanne o Renoir.
Historia
Hace 2000 años, la Provenza formaba parte de la Galia romana. Los romanos dejaron tras de sí un montón de monumentos, construcciones y edificios, además de los primeros viñedos de Francia. La zona está repleta de restos romanos, como los anfiteatros de Nimes, Arlés y Orange, el magnífico acueducto del Pont du Gard e incluso pueblos enteros cerca de Saint-Rémy-de-Provence y Vaison-la-Romaine. Si a eso se añade la colección de yacimientos prehistóricos, abadías medievales, elegantes iglesias y edificios art déco, la Provenza se convierte en un libro de historia viviente.
Alta gastronomía
No importa dónde se acabe, en la Provenza nunca se pasará hambre. La comida es un elemento importante en la vida francesa, pero aquí se transforma en pasión desmedida. Dominada por los sagrados ingredientes de la cocina mediterránea, como el aceite de oliva, el vino, el tomate y el ajo, la cocina de la región es, sin duda, uno de sus puntos fuertes, ya sea en forma de sencillo plato como una soupe au pistou, de aceite de oliva de alguna granja o de una bullabesa en el puerto de Marsella. Bon appetit.