13 ideas para recorrer el Valle de Arán
El Valle de Arán es un caso aparte. Es único en su especie. Nada que ver con el resto del planeta. Aislado durante siglos, es de los pocos lugares donde todavía se conserva su esencia pura. Y se nota a cada paso que das. Una vez penetramos en su territorio, todo cambia: el clima, el paisaje, la cultura y el idioma. Para explorar el Valle de Arán a fondo -en coche, bici, en moto o a pie- lo recorremos de este a oeste, a través de la Nacional 230, desde la frontera francesa a la estación de esquí de Baqueira-Beret.
Restricciones Covid-19
Como bien sabes, debido a la Pandemia, viajar está siendo especialmente complicado para todos. Las salidas y las entradas están drásticamente limitados. Hay destinos a los que se puede viajar, otros que imponen ciertas restricciones al acceso y, por último, hay viajes que directamente no son posibles. El Valle de Arán no es una excepción. Como las cosas cambian cada día, si quieres conocer el estado actual de la situación para tu próximo viaje, sea donde sea, llámanos al 93 217 95 13 y te informaremos – Pedro y Christian, fundadores de Humboldt-society
- No solo esquí
- A través de un túnel de 5 kilómetros
- Durante todo el año
- El hayedo de Carlac
- El río Garona
- En lo alto del campanario de Vilac
- Pueblos entre Viella y Baqueira
- Dormir en el parador de Artíes
- La historia del valle en Ballergue
- Relax en els Banhs de Tredos
- Una esquiada en Baqueira-Beret
- El pueblo abandonado de Montgarri
- ¿Olla aranesa o estrella Michelin?
Uno, no es solo esquí
En el año 1919 tres esquiadores subieron a pie y con esquís hasta lo alto del puerto de la Bonaigua y, más tarde, descendieron montaña abajo deslizándose por la nieve fresca hasta Salardú. De alguna manera, fue la primera esquiada en el Valle de Arán. A partir de entonces, este tesoro natural, agazapado en el Pirineo central, dejó de ser un secreto. Así empezó todo. Pero hoy, aunque el esquí es fundamental, hay más vida, mucha más vida en este valle.
Dos, a través de un túnel de 5 kilómetros
Avanzado el siglo XX, la afición por el esquí provocó que se empezaran a construir carreteras hasta las cumbres de las montañas y, más adelante, en el año 1948, se perforó un larguísimo túnel –5 kilómetros 230 metros- en el macizo que resguardaba al valle del mundanal ruido y que definitivamente daba un acceso fácil y rápido a Viella, capital de la comarca.
Tres, vale la pena todo el año
Como hemos mencionado previamente, ya se sabe que el invierno, la nieve y el esquí son la historia reciente del valle de Arán. Hoy, sin duda, es su modo de vida. Sin embargo, cada año, la llegada de la primavera deshace la nieve y, hasta el mes de diciembre, cuando vuelven a caer las nevadas, los esquiadores guardan los esquís y las tablas y desaparecen. La primavera, luego el verano y finalmente el otoño también son épocas muy recomendables en el valle. Senderismo, rutas a caballo, bañarse en los lagos, mountain bike, rutas gastronómicas, etc. siempre hay algo que hacer en el Valle de Arán.
Cuatro, el hayedo de Carlac
Iniciamos la ruta desde la parte occidental del Valle de Arán, justo en la frontera francesa. En el pueblo de Bausen -cuenta con 50 habitantes- muy cerca de Bossost, nos encontramos con una de las primeras sugerencias: el bosque encantado de Carlac. Es una de las excursiones que más valen la pena en el valle. Las hayas y los abetos parecen siluetas sacadas del bosque de un cuento infantil. Los arroyos y torrentes se entremezclan con los helechos. Se puede hacer una caminata de unos siete kilómetros a lo largo de una ruta circular.
Cinco, vida en el río Garona
En su momento, el Garona fue una vía de comunicación decisiva entre las pequeñas poblaciones del valle: es el Camín Reiau (camino real), un antiguo camino carretero que corre paralelo al río. Siguiendo el cauce hay un tramo de unos 10 kilómetros entre Es Bordes y Bossost, donde se desciende el río con barcas neumáticas (Rafting) o en piragüas (Kayaking) y donde, entre rápidos y zonas en calma, es posible darse un baño en alguna de sus pozas salvajes (para el que no lo sepa, pozas son remansos que se forman en el río).
Seis, el campanario de Vilac
Si descendemos por la carretera , antes de llegar a Viella, nos tropezaremos con uno de los pueblecitos con más gracia del valle: Vilac. Merece la pena un paseo entre sus calles empedradas y sus casonas con balconadas y artesonados de madera. Al llegar a la plaza se alza el templo románico del siglo XII cuyo campanario cuenta con unas vistas formidables de todo Viella y sus montañas. Muy cerca, una estrecha carretera asfaltada nos conducirá al bosque de Baricauba, uno de los abetales más reconocidos de la Península, con ejemplares de Montcorbison que superan los 30 metros de altitud.
Siete, pueblos entre Viella y Baqueira
Una de les experiencias más apetecibles cuando uno penetra en este rincón del Pirineo, es conocer y admirar las belleza de sus pueblos más auténticos. Fachadas de piedra, tejados de pizarra, porticones de madera. Si partimos de Viella, la capital del valle, carretera rumbo este, ascendiendo hasta la estación de esquí, aconsejamos hacer una parada en los siguientes pueblos: Garos, Artíes, Salardú, Unha, Bagergue, Tredos y Baqueira.
Ocho, dormir en el Parador de Arties
A unos trece kilómetros de Viella, podemos encontrar uno de los dos paradores nacionales que hay en el Valle de Arán: el parador de Artíes. El otro, algo más conocido, es el de Viella. Y puestos a elegir, nosotros nos decantamos por el del pueblo de Artíes, un lugar con mucho encanto por el que pasa el río. El establecimiento es una joya de la arquitectura aranesa de los siglos XIV y XV, conocido como Casa de Don Gaspar de Portolá, descubridor de California. De estancias cálidas y acogedoras, techos abuhardillados, vigas de madera y una maravillosa chimenea para resguardarse del frío invierno.
Nueve, Ballergue, historia del Valle de Arán
Seguimos carretera arriba. En Salardú, hay un desvío hacia dos pueblecitos con mucho encanto: Unha y Ballergue. No cabe duda que Ballergue es uno de los pueblecitos más entrañables del alto Arán y de la región. Es el municipio habitado que se encuentra a mayor altura del valle –a 1419 metros– y aparece en todas las listas de paradas obligadas. Hay que visitarlo, está claro. Una de las visitas más recomendables es el Museo Eth Corrau con más de 2.500 piezas y utensilios antiguos que muestran la historia y costumbres de la Val d’Aran. Ojo, una vez allí, no hay que perderse la famosísima tortilla de patatas que sirven restaurante Casa Perú. Es de 4 raciones, de huevos de gallina de picoteo y patatas de cosecha propia. Inigualable.
Diez, Els banhs de Tredos
Antes de alcanzar la cota de 1.800 metros en Baqueira, unas curvas antes, tenemos la localidad de Tredos. No hay que olvidar que de este valle atlántico brotan manantiales de aguas sulfurosas ricas en minerales excelentes para el relax y el desestrés total. Para aprovecharse de eso, hay que ir a los Banhs de Tredòs (Baños de Tredós), a 1.740 metros de altitud, es el balneario más alto de Europa. Por cierto, desde el aparcamiento de los baños parte una excursión muy aconsejable hasta la ruta del los 7 lagos de Colomers.
Once, esquí (o no) en Baqueira
Y ya estamos en la estación de Baqueira-Beret. Y como decíamos se puede ir cuando hay nieve en invierno o cuando el color verde de las praderas se muestra en toda su plenitud. Sea en una estación del año u otra, es muy recomendable coger el telesilla Blanhiblar hasta lo alto de uno de sus montes, a 2.200 metros de altura se puede ver uno de los paisajes más extraordinarios e inabarcables de los Pirineos en 360 grados: el Pla de Beret, Baqueira, Val de Ruda, y algunos de los picos como el Montarto (2.833 metros), o el Aneto (techo de los Pirineos con 3.404 metros). Si lo prefieres puedes hacer una excursión con raquetas de nieve.
Doce, el pueblo abandonado de Montgarri
A escasos kilómetros del Pla de Beret está Montgarri, un entrañable pueblecito abandonado y con sus casas (bordas) derruidas. Allí hay un refugio (Amics de Montgarri) y una antigua ermita. En invierno se transforma en un paisaje blanco alucinante, con ríos helados y abetos cargados de nieve, pero el resto del año todo se tiñe de verde, las vacas pastan y las excursiones abundan. Existe un tramo que se hace en dos horas y media desde el Pla de Beret hasta el santuario de Montgarri por el camino de la solana, y una hora y media para regresar al Pla de Beret por la umbría.
Trece, olla aranesa o una estrella Michelin
Uno no se puede despedir d el Valle de Arán sin catar una buena olla aranesa. Es verdad que es más para el frío invierno, pero no hay que perdérsela por nada del mundo. Se trata de una sopa que aporta mucha energía a los araneses (y a los que no lo son, claro) y se prepara con los restos de la cosecha y alimentos que permanecían en la despensa: tocino, butifarra, verduras, patatas, legumbres, alubias, pollo, pelota… Y si lo que te gusta más es la gastronomía creativa y la alta cocina, tienes que saber que hace 2 años el restaurante Wellbourne aterrizó en el pueblo de Salardú de la mano de sus fundadores los chefs Gibbens, Kennedy y Goody. Una gran idea para despedir este recorrido por el Valle de Arán es dándose un homenaje en este establecimiento con calçots a la brasa, champiñones y praliné de avellana y trufa o el sabrosísimo confit de trucha.