En Busca de los Gorilas de Montaña

Gorilas de Montaña

En el año 1970 quedaban en el planeta 250 ejemplares de la especie de Gorilas de Montaña (Gorilla beringei beringei), el más grande de los simios. Hoy según varias fuentes directas ya superan los 1.000. Es decir, han pasado de estar “en peligro crítico” a estar simplemente “en peligro”. Es una gran noticia. Estos bellísimos animales son los seres vivos con los que compartimos mayor parentesco (97%). Son como primos hermanos. Hemos de cuidarlos, defenderlos y preservarlos. Y en ese sentido, tú como viajero puedes ayudarlos. ¿Y cómo? Pues viajando.

El turismo responsable

Es evidente que el máximo responsable de la extinción de los Gorilas de Montaña sería el hombre. Caza furtiva, pérdida de su hábitat y el contagio de enfermedades humanas. Pero, al mismo tiempo, también podemos ser los que impidamos que eso ocurra. El turismo puede ser una solución a la desaparición de esta maravilla de la naturaleza.

Si tenemos en cuenta que los ingresos que dejan los turistas que visitan a los gorilas de montaña es una de las principales fuentes de riqueza de estas zonas, las comunidades se benefician: tanto porteadores, guías, hoteleros o ayudantes… porque, en consecuencia, dejan de dedicarse a otras tareas que perjudican la subsistencia del gorila como la caza furtiva, el cultivo indiscriminado o la tala de bosques.

Dónde viven los Gorilas

Si te fijas en un mapa de África y observas su costa oriental, en el interior, tocando la frontera con Kenia, están Uganda y Ruanda. Y, todavía más hacia el interior, República Democrática del Congo. En esa zona, en los alto de las montañas -entre 2.000 y 4.000 metros de altura-, entre las densas selvas y bosques lluviosos cubiertas de neblina, viven estas fabulosas criaturas.

Normalmente para verlos, los viajes suelen desmebarcar en en los Parques Nacionales de Mhaginga y Bwindi (Uganda), Volcanes (Ruanda) y de Virunga (República Democrática del Congo). En El Congo, debido a los conflictos armados, mejor evitarlo. La decisión sería entre Uganda y Ruanda. En este último país, según dicen los expertos, la posibilidad de avistarlos es mayor.

Parque Nacional de los Volcanes

Al norte de Ruanda, nos encontramos con uno de los hábitats más espectaculares del Gorila de Montaña. El Parque Nacional de los Volcanes, reconocido por servir de escenario para el libro y la película “Gorilas en la niebla”, el de la naturalista Diane Fossey y donde viven aproximadamente 400 ejemplares de esta especie en tranquilidad, la mitad de la población mundial. Como decíamos, fue en este parque donde Diane Fossey pasó una gran parte de su vida dedicada al estudio de estos animales, luchando con los medios que podía para salvarlos de los cazadores furtivos.

El parque tiene un tamaño de 16 mil hectáreas y es el más antiguo del continente africano. Sostienen los que conocen estos ecosistemas que este parque es el mejor lugar del mundo para rastrear gorilas de montaña. Es un santuario para ellos. Aunque la verdad es que hay muchos otros mamíferos llamativos como el elefante de selva, duiker negro, búfalo, hiena manchada y bosbock. Sin embargo, junto al Gorila de Montaña, destaca el mono dorado, otra especie que esta en peligro y a la que hay que proteger como sea.

Ir en la estación seca

Si finalmente decides ir a Ruanda y hacer una ruta por el Parque Nacional de los Volcanes el mejor consejo que te pueden dar es viajar en los meses de junio, julio, agosto, septiembre, y luego tampoco está mal en diciembre y enero, y de ese modo esquivar los dos periodos de lluvias que hay a lo largo del año: entre febrero y junio, y desde la segunda semana de septiembre hasta diciembre. Es una cuestión de comodidad: no te haces una idea lo complicado que es caminar por la selva en un día de tormenta.

En qué consiste la excursión

El avistamiento de los gorilas está incluido en un viaje que habitualmente llega a la ciudad de Kigali (capital de Ruanda) y, desde allí, a unos 100 kilómetros, llegamos a las puertas del Parque Nacional de los Volcanes. Desde allí, nos queda por delante una excursión colmada de aventura y emoción. El rastreo de los gorilas de montaña no es una misión sencilla, digamos que es moderadamente exigente. Hay que estar bien preparados física y mentalmente.

Se trata de una caminata que puede alargarse entre una hora y seis horas, dependiendo de la imprevisibilidad de estos mamíferos. Piensa que la selva es un medio hostil, incómodo y cargado de adversidades. Hay que tener mucha paciencia, ir en silencio y ser respetuoso con la vida salvaje. La humedad casi siempre está presente, las lluvias son bastante frecuentes y la tierra se suele transformar rápidamente en un fango espeso. El hecho de que sean montañas de alturas entre 2.000 y 3.000 metros, significa que lógicamente nos tropezaremos con pendientes resbaladizas y cuestas pronunciadas.

Qué llevar

Es imprescindible ir acompañado por guías expertos (rangers) que conozcan bien el terreno y las costumbres de estos gorilas. No hay que olvidar que son animales peligrosos. Una mochila pequeña con el almuerzo, dos litros de agua como mínimo, un impermeable y un buen calzado son fundamentales en esta ruta. Con suerte, si has contratado un porteador, no tendrás que cargar con el peso.

También es altamente recomendable ponerse unos pantalones largos y bien cerrados en los tobillos para evitar las “hormigas safarí”, y guantes para que no te piquen las ortigas. Opcionales son los bastones que, por cierto, ayudan mucho en los complicados descensos. Y una última sugerencia: no hay que obsesionarse con hacer fotos, es una vivencia que vale mucho la pena en vivo.

El avistamiento

Puedes tardar más o menos, pero hay muchas posibilidades de ver a los Gorilas de Montaña en su hábitat. Sigues el rastro hasta que das con ellos. La primera impresión siempre es espeluznante. Hay que tener en cuenta que los machos (cuando alcanzan la madurez sexual la espalda se vuelve de color plata) pueden llegar a medir entre 1,5 y 1,8 metros de alto con una envergadura de brazos de 2,25 metros y llegan a pesar entre 204 y 227 kg. Son imponentes, majestuosos, adorablemente feroces. Te tiemblan las piernas solo verlos.


La distancia de seguridad no puede ser menos a 7 metros y en eso insisten los guardas, que siempre se colocan entre los gorilas y los visitantes. A veces se cabrean -el líder suele golpearse en el pecho y mostrarse agresivo en señal de poderío- pero los guías los mantienen a raya. Los observas durante un buen rato mientras hacen su vida normal. A veces son ellos los que se acercan y, en ese momento, el corazón se te congela. Es una experiencia de pánico contenido muy potente. Pero, al final, cuando vuelves al hotel tienes muy claro que esa experiencia ya no se te borrará de la mente.

Ruanda, mucho más que gorilas

Digamos que los gorilas de montaña son la joya de la corona de Ruanda, pero es un país que tiene mucho más que ofrecer. Mucho. Pese a su historia reciente -la matanza sangrienta de 800.000 tutsis a manos de los hutus-, la realidad hoy es que los jóvenes se han reconciliado y procuran evitar aquella masacre. En la actualidad es un lugar seguro, estable, de una enorme belleza natural y con una historia compleja, pero muy interesante al mismo tiempo.

Además, aparte del Parque Nacional de los Volcanes, en Ruanda hay otros dos parques muy aconsejables: el Parque Nacional del Bosque de Nyungwe y el Kagera, considerada una de las mejores reservas de fauna salvaje de África y donde se pueden ver los “Big Five” (los cinco grandes: el León, el leopardo, el elefante, el rinoceronte y el búfalo). Y por último, no hay que olvidarse del lago Kivu, uno de los grandes lagos africanos y uno de los lugares más asombrosos del país, con playas que parecen salidas de la costa más tropical.