ISRAEL
En los mapas medievales la Ciudad Santa de Jerusalén siempre está en el centro del mundo. Es santa por los judíos porque aquí se construyó el Templo de Salomón; es santa para los cristianos porque es la ciudad donde Jesús fue crucificado; y santa para los musulmanes porque es desde donde Mahoma ascendió al cielo; y es santa para las tres, porque la tradición sitúa la roca donde Abraham estuvo a punto de sacrificar a Isaac.
Sintetizar la historia de Jerusalén en pocas líneas es imposible porque durante dos mil quinientos años la ciudad no ha dejado de ser el centro de polémica. De Jerusalén todo el mundo tiene una imagen previa, todo el mundo ha oído hablar, todo el mundo se lo imagina de una manera u otra. Pero cuando se llega por primera vez a, Jerusalén siempre es diferente. Esta ciudad sorprende por sus reducidas dimensiones, por las callejuelas laberínticas de la ciudad antigua y por su aspecto provinciano, pero aún más por la extraordinaria concentración en tan poco espacio de tantos lugares sagrados, tanta fe y tanta devoción. En Jerusalén se siente, como en otro lugar del mundo, el peso de la tradición, la religión y la historia. De alguna manera, Jerusalén nunca ha dejado de ser el centro del mundo.
JORDANIA
En la encrucijada de la historia durante más de 2000 años, el reino de Jordania atesora antiquísimos monumentos y un espectacular paisaje desértico.
Jordania ha acogido visitantes desde que las caravanas de camellos recorrían la legendaria carretera del Rey, cargadas de incienso y especias. Mercaderes nabateos, legionarios romanos, ejércitos musulmanes y fervientes cruzados han atravesado esta tierra dejando a su paso monumentos espectaculares. A su vez, estos monumentos han atraído a una nueva ola de visitantes que desde principios del s. XIX han quedado fascinados por este legado o han salido en busca de los orígenes de su fe.